Empezamos a subir por dentro del bosque y nos encontramos con restos de caminos de carboners y localizamos el primer paso, el Pas de Son Moragues, un paso equipado con una cuerda y que permite superar una zona rocosa y bastante empinada. El paso no es complicado, la cuerda facilita la ascensión, además hay escalones picados en la roca.

Seguimos por el bonito sendero que no es difícil de seguir y que va subiendo y nos vamos acercando a nuestro siguiente destino y que no es nada fácil de encontrar, la Cova de ses Dues Boques. Seguimos el GPS y tenemos suerte, localizamos algunas fitas de bajada que nos indican la localización de la cueva, que no está muy lejos del sendero pero que realmente está bien escondida.

Como indica su nombre, la cueva tiene dos entradas, por una se accede a su interior y la otra se abre hacia los acantilados, las vistas son espléndidas. Accedemos al interior y hay que tener mucho cuidado, ya que la parte final se abre completamente al vacío y la caída es muy alta.

Regresamos sobre nuestros pasos y recuperamos el camino que nos llevará al Mirador de na Torta. Sin problemas seguimos por el estrecho sendero y localizamos el segundo paso del día, el Pas des Pi Petit, un paso parecido al anterior y que además ha sido modificado, instalando unos escalones de piedra. También tiene instalada una cuerda.

Salimos del paso y enganchamos el camino que nos llevará al Mirador de na Torta, me encanta este mirador. Decidimos alargar la ruta y también visitamos el Mirador de Ca’n Costa o Mirador de ses Puntes para hacer alguna grabación con el drone.

Para finalizar la ruta, volvemos a Valldemossa por el descenso habitual por el camí des Pla des Pouet, cerrando una bonita vuelta que se puede realizar todo el año, ya que hay bastante sombra durante todo el camino. La primera parte del itinerario no es fácil en cuanto a localización, sobre todo la Cova de Ses Dues Boques está muy escondida.